¡AHÍ VIENE EL LOBO... EL LOBO!
¡AHÍ VIENE EL LOBO... EL LOBO!
Quién no conoce esta historia: resulta que era un pastor mentiroso, del cuento de Pedro y el lobo, es una historia infantil de Esopo ... sí ese ... el griego de las fábulas, que narra la historia de un joven pastor que disfrutaba bromear con los habitantes de su aldea sobre el inminente ataque de un lobo. La enseñanza que transmite a los niños es: no mentir porque si no, cuando diga la verdad, nadie le creerá.
Esto viene a colación por la táctica del mentiroso por antonomasia: el diablo; que anda por ahí desde hace milenios tratando de tergiversar la verdad, como una revancha contra Dios por haberlo expulsado del Paraíso.
Nosotros, imitando al demonio y como sentencia de algo que no es verdad, exclamamos: ¡Te va a llevar el diablo!, ¡vete al diablo!, ¡hizo varias diabluras!, etc. Cada pueblo, nación o cultura tiene sus propias versiones. La mentira está considerada un pecado dentro de la Ley de Dios ... Dice el Octavo Mandamiento: No dirás falsos testimonios, ni mentirás.
La base teológica es que debemos amar la Verdad, porque Cristo es la Verdad, y Él nos enseña que la Verdad nos hace libres y nos santifica.
La Verdad es un modo de vivir, de existir y se ve en cada acto particular, y ésa debe ser la vida del cristiano.
El mentiroso de siempre engaña con mentiras a las personas, instituciones, gobiernos y naciones, por eso existe la política, que la ha utilizado para engañar a los pueblos, con el argumento de que "es lo mejor para el pueblo", ¿cuándo la iniciativa personal, movida por la ambición es benéfica para el pueblo? ... con este cuento han engañado, manipulado y empobrecido a los ciudadanos.
Todo en política es una promesa que no se piensa cumplir, y en esta lid de promesas, la mayoría no cumple.
Con engaños y demagogia el diablo enreda a políticos y al pueblo. Tal parece que la política la creó el diablo.
Desde chiquitos, en la más inocente edad, aprendemos a decir mentiras, quizá "mentiritas"... casi inofensivas... pero al fin, mentiras, que nos hacen pertenecer al círculo diabólico del Satán.
Con el tiempo y mentiritas, llegamos a la adultez donde ya mentimos en forma natural, sin rubor, ni vergüenza, sólo por ejercer el deporte nacional: la mentira.
Resolvemos con mentiras, propósitos y promesas que no se cumplen, estamos habituados a la mentira y se nos hace que nos da una forma de vida ... que estemos blindados contra la verdad es una tragedia, se nos mete en la mente, en el cuerpo y en el alma.
Es por eso, que estamos tan acostumbrados a la mentira, que no reconocemos la verdad cuando se nos presenta, y nos vamos con la finta de que la gran mentira ... ¡es la verdad!
Lo digo por este mar de mentiras en el que el mundo esta sumergido ... mentiras como: ¡Dios no existe!, ¡el pecado no existe!, ¡solo hay una vida, disfrútala mientras puedas!, con esta base fundamental solo encontramos dicha, en la vida mintiendo.
El padre de la mentira nos maldice desde su oscuro trono del infierno y nos hace reconocerlo como Dios a base de mentiras. Sus promesas en sí, son una mentira; te ofrece el poder, el placer y la gloria, y sólo recibes; el llanto, el sudor y las lágrimas ... desesperado huyes, pero al final caes en sus redes ... te fríes en el caldo de tantas mentiras que fue tu vida y la verdad se quedó como una posibilidad que no redituaba.
¿Qué hacer ante esta mentira?
Sólo queda un camino ... y es decir la verdad, es un camino nuevo, pero hay que aventurarnos, no conocemos la ruta, pero hay que seguirla, de pronto nos será extraño, porque es un dulce camino, no hay tropiezos, ni angustias, ni desesperación, es agradable y transparente, pero lo mejor de todo es que te conduce al Cielo.
Esperemos que esto te proteja cuando oigas: ¡Ahí viene el lobo! ... porque efectivamente el lobo es el insaciable, que se alimenta de las ovejas del Señor. Refúgiate en su redil y reconoce su Voz ... nunca te conducirá al desfiladero, y si te pierdes te busca con amor hasta encontrarte...¡huye del lobo, que sólo te conducirá al abismo ... a base de mentiras!.
SAPIENTIA LDI
EDITORIAL