CUANDO UN AMOR SE VA …

CUANDO UN AMOR SE VA...

¿Recuerdan esa canción? ... retrata fielmente la desesperación del corazón por la ausencia del amado. El hombre y la mujer sienten por igual, pero lo manifiestan en forma diferente; mientras el hombre es su desesperación intenta seguirla, la mujer espera pacientemente.

Estas dos caras del sentimiento son reflejo de la psicología propia de los sexos.

Pero ... esto pasa en los afectos humanos, vayamos a los amores sobrenaturales, al amor de Dios, a la Patria y al de las ideas. Cuando Dios se aparta del corazón humano, cuando ya le es intolerable la inhabitación del alma, se va a refugiarse a otro corazón. Esto le parte el alma porque ama a las creaturas con las cuales comparte algunas de sus características divinas: como la memoria, el entendimiento y la voluntad ... Se aparta, pero sabe esperar a que el amado vuelva a la cordura y renuncie a su pecado. Esto es común tanto en el hombre como en la mujer. Cuando el Supremo Amor se va del alma, esta queda atada al pecado con una fuerte cadena, casi imposible de romper, que sólo es posible librarse de ella con el arrepentimiento sincero, la convicción y la voluntad de no volver a caer.

Esta libertad que posee el ser humano de traicionar a su Creador es de lo más común en nuestros días. Hemos perdido el temor a ofenderlo, por la duda que ha planteado el relativismo galopante de la época. Todo lo han cuestionado, toda verdad ha sido puesta en duda y el egoísmo propio de nuestra naturaleza se la cree. Hay que tener mucha fe y entereza para darnos cuenta del horror en que hemos caído, y una voluntad de hierro para renunciar al "sabroso" pecado que nos encadena al mal. En este renglón es mas obstinado el hombre que la mujer, pero es más terrible el abismo en ella, que en el hombre.

Esta diferencia entre él y ella, también se manifiesta en la santidad, ellas suelen volar más alto que los hombres, pero ellos, renuncian a más pasiones que las mujeres. La vocación a la santidad de ambos se estimula con la oración, en ese momento de intimidad con el amado; que cada vez que entras en la celda interior, fortaleces la armadura de acero que te protege del maligno.

Mantenerse en el camino de la salvación requiere una lucha interior permanente, estando alerta en todo momento.

El enemigo te conoce mejor que tú a ti mismo, y sólo busca una pequeña rendija por donde colarse.

Para pulir por la espada y sacarle brillo a la armadura para tu defensa, es muy conveniente la práctica constante de los que abomina el diablo: El rezo del Santo Rosario y las obras de misericordia ... estos le causan dolor y se aleja del alma.

Por su parte, el amor del hombre por la Patria es otro amor que no se va ... tú la dejas, en la distancia o en el afecto. ¿Cuántos hay que no reniegan del suelo que los vio nacer? ... ¿cuántas hay que anhelan otros paisajes y otros lenguajes?. Las costumbres de los pueblos tienen unos lazos más fuertes que el amor; las fiestas, las canciones y los antojitos de la región, cautivan a sus habitantes ... y darían la vida por defender sus tradiciones y costumbres.

¿Cuántos migrantes vuelven a la Patria por la añoranza del paisaje y sus platillos? ... ¿Cuántos vuelven por unos tacos o unos panuchos? ... y que decir, de la algarabía de su tequila. Más vuelven a la Patria por la panza, que a almas a la ternura por la Casa Paterna.

Libertad, Igualdad, Fraternidad, un grito universal forjado por los masones que ha enamorado a las multitudes.

Pero el precio por enarbolar estas consignas ... para aceptar este nuevo amor, es que tienes que renunciar al amor de Dios, de la Patria y de la mujer o el hombre.

El grito de libertad ... es una vacilada ... ¿qué acaso no eres más libre que ellos? La libertad de los hijos de Dios es superior a la libertad que te proponen, casi siempre es un libertinaje. Y la Igualdad, otra aspiración absurda porque Dios hizo todas sus obras desiguales; habemos hombres y mujeres; ángeles y demonios, planetas, átomos, estrellas, ricos y pobres, listos y tontos ... ¿cuál Igualdad? ... Dios en su sabiduría hizo las cosas desiguales, para que el hombre y la mujer los armonicen.

Es por eso, que en esta vida, hay que renunciar a los amores que se opongan a la voluntad de Dios y anhelar el amor por el amado, no dejándolo ir; apretarlo muy fuerte contra el pecho ... ¡este es el único amor que no hay que dejar ir!.

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL