EL GRAN ACONTECIMIENTO
EL GRAN ACONTECIMIENTO
Faltan sólo días para celebrar en México a la Emperatriz de América, ¡la Virgen de Guadalupe!, por parte de la estirpe bendita que floreció en el Tepeyac, ya casi 500 años.
La Providencia que guío a Cristóbal Colón en su ruta hacia las Indias para descubrir un Nuevo Continente, orientó también a Hernán Cortes, para liberar y conquistar el Imperio Mexica que sometía a las demás naciones del Anáhuac. También, esta bendita Providencia preparó el terreno para recibir en el centro de la Patria, a la Purísima Virgen de Guadalupe en el Tepeyac, para dar esperanza y consuelo a millones de habitantes de estas tierras, que vivían confusos al ver derrotados y perecidos a sus dioses.
En 1531, en el solsticio de invierno, surge de entre las rosas y el frío de diciembre, Santa María de Guadalupe, que se manifestó al pobre indio Juan Diego. Este gran acontecimiento tuvo una inmensa trascendencia entre el pueblo huérfano de dioses, que vagaba sin rumbo por el territorio. La manifestación de la Madre de Dios, por quien se vive, caló profundamente en el corazón de los antiguos mexicanos y sintieron el calor de una Madre que les confirmó al verdadero Dios.
A escasos 10 años de la manifestación de la Virgen de Guadalupe, más de 10 millones de aborígenes recibieron el Bautismo, pertenecieron a la Iglesia de Cristo y al Imperio que les había liberado del terrible dios de los aztecas.
Desde entonces, el suelo mexicano ha sido bendecido y sus habitantes, indios y mestizos, se han hecho Guadalupanos, es decir, se han sentido hijos de la Madre del Altísimo y han recibido favores y consuelo desde su casita del Tepeyac.
Al movimiento social de la Independencia, promovido por algunos sinceros nacionalistas, pero también por otros enemigos del Dios por el que se vive, siguieron dos siglos de persecuciones solapadas, que no han hecho mella en el filo de la verdad Guadalupana.
El amor surgido del fervor hacia la Virgen de Guadalupe cruzó fronteras y, podernos afirmar, que Santa María de Guadalupe cruzó fronteras y no sólo es la Madre de los mexicanos sino de toda América.
¡Ésta es el arma secreta de la Providencia! que ha sido dada a los naturales y mestizos de estas tierras, para enfrentar la guerra abierta que le ha declarado el infierno a los cristianos en todo el orbe.
Así que, si oyen rumor de guerra y conflictos en otros continentes, no se afane el pueblo hijo de Santa María de Guadalupe, pues Ella enfrenta y enfrentará con su caricia de Madre y el perfume de las rosas, el rugido que surge de las tinieblas, por el odio y envidia a su divino Hijo.
¡Tranquilo México, no veis que estamos en el cruce de sus brazos!