EL INEVITABLE PASO

EL INEVITABLE PASO

Dice un dicho popular … "Nacer es empezar a morir" … pero es muy simple la manera de plantearlo. Nacer es toda una aventura, todo es nuevo, pero no conservamos el recuerdo de estas impresiones: la luz, los colores, los sonidos, nuevos olores, texturas, etc. … Todo un acontecimiento cotidiano … un mundo nuevo que explorar … Aprender a hablar, a articular palabras con las nuevas impresiones … ¿Y qué tal los sabores? … ¡toda una nueva experiencia!

Luego de poner en práctica nuestros sentidos, viene la experiencia del valor, hasta cierta edad nadamos en el capricho; luego de sufrir los correctivos pertinentes, los anexamos a la experiencia y poco a poco, empezamos a darnos cuenta del vivir.

Luego, viene la educación familiar y escolar; en este estadio aprendemos las reglas sociales para conducirnos correctamente, y en la escuela, aprendemos a aplicar las experiencias a nuestras vivencias.

La adolescencia es una etapa en que el cuerpo nace de nuevo a la experiencia de la multiplicación, y según las culturas, poco a poco, van conociendo sus talentos que harán que una persona sea productiva. Los 20 y los 30 son los años de la consolidación; ya adquirimos experiencias, recuerdos y aptitudes. Hasta aquí, el hombre está completo, hasta con profesión, matrimonio y los primeros hijos… Ahí en esa etapa, empezamos a morir… esto se manifiesta por las primeras canas, pero también los logros son abundantes … ¡Es la plenitud de la vida!

A partir de aquí, es posible que se empiece a morir: ya llegamos al límite de nuestro crecimiento, ya salieron todos los dientes, ya aprendimos lo necesario para vivir y conseguir nuestro sustento. Llegamos al límite del crecimiento físico y empieza el verdadero crecimiento … el espiritual.

No esperemos vivir mucho para llegar a saber, porque luego, ya no hay tiempo. Cuando se piensa en Dios, es que ya tenemos conciencia de nuestra finitud … Luego, sin tardanza empecemos sumar méritos, no humanos, sino sobrenaturales.

Hay que aclarar que esto no es una verdad rígida, es la generalidad; pero hay personas que por su formación caminan más rápido y otros, más lentos. No hay regla, es decir, hay espíritus tardíos y otros precoces. Unos viven toda una vida en breve tiempo, y hay otros que, les falta vida para adquirir la sabiduría de la buena muerte.

Esto parece horrorizar a los vivos, más a unos que otros, pero sólo pensarlo nos eriza la piel … La mente en este estado considera "la otra vida", la del espíritu, la que te promete Jesús en el Evangelio.

Es la vida eterna; 20, 30, 50, 80 o 100 años es un tiempo breve para vivir la vida. El hombre fue concebido como una criatura para la eternidad, por eso, nos revelamos a la muerte que es la puerta a la otra vida.

Así que no os preocupéis, Dios es el amo del tiempo. Siempre está atento a sus criaturas y pendiente de darles mucho o poco tiempo. Él sabe tu medida, porque sí lo extiendes corres el riesgo de perderte; y a otros, les concede larga vida para que sean ejemplos para sus hermanos.

La vida, la presente, ni es corta ni es larga, sólo debe ser suficiente. Tenemos la idea que una plácida vejez es la regla, pero no, eso es sólo nuestro deseo … ¡Como sólo conocemos esta vida nos aferramos a ella y no ansiamos la verdadera vida … ¡la que no tiene fin en la eternidad!

Así como nos han preparado para enfrentar la vida, a nosotros nos corresponde prepararnos para la otra vida, sin berrinches, sin deseos de la presente y sólo, el anhelo de llegar a la otra vida que promete ser mejor y para eso tenemos que dar el inevitable paso.