JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ


11ª ESTACIÓN:  JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ 

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.



Y golpearás la Roca, y brotará de Ella el agua para que beba el pueblo.
(Exod. 17,6)

Eres la Roca de la luz
con entrañas de agua nueva;
nosotros somos el barro
amasado con tinieblas.

Hay en tus claros abismos
veneros de vida eterna;
nosotros tenemos sed
en nuestras áridas venas.

Nuestra sed es infinita,
nuestra sequedad, tremenda;
el ardor de los desiertos
en nuestras almas llamea.

Espejismos de locura,
en la mente reverberan
y sube un grito de fuego
desde las entrañas secas.

En los íntimos jardines
se requemó la azucena,
y la rosa enamorada,
de sed, ha quedado muerta.

El oro dulce del trigo
vuela al aire hecho pavesas
y las viñas bajo un cielo
de lumbre crujen sedientas...

Así, sin vino, sin rosas,
sin pan y sin azucenas,
y con este fuego oscuro
que se arrastra por las venas,
¿qué vida puede vivirse?

¿Qué muerte será más negra?...
Eres la Roca que guarda
torrentes de vida eterna;
nosotros somos la sed
coagulada de la tierra.

Será preciso que el hombre,
en un rato de demencia taladre
sin compasión la noble Roca serena...

¡Si no podemos vivir,
sí están nuestras almas secas...

Extiende tus pies y manos en cruz
sobre la madera y deja
que nuestros golpes
penetren en tus arterias.

¡Ya sale huyendo tu sangre
a los cauces de la tierra,
en divina transfusión
de tus venas a sus venas!

¡Ya se apagan nuestros fuegos
en estas aguas eternas,
ya vuelve a lanzar la vida
su canción en las arterias!

Cuando en tus miembros exangües
caiga la noche suprema,
un amanecer de lirios
alumbrará las praderas.

Y nacerás repetido en las castas azucenas,
y estarás en cada rosa,
cuando las rosas florezcan,
y cuando el dulce racimo
su jugo en el cáliz vierta,

allí beberán los hombres
sorbos de tu sangre nueva;
y cuando el trigo maduro
se triture entre las piedras,

en cada pan hallaremos
el sabor de tu presencia.

Porque tu sangre ha corrido
por nuestros cauces de tierra;
se eterniza entre los hombres
tu invisible permanencia: ¡
nosotros en Tí vivimos,
Tú vives en nuestras venas! 


Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padre Nuestro, Ave María y Gloria...