JOVEN: TRASCIENDE A TRAVÉS DEL MATRIMONIO

JOVEN: TRASCIENDE A TRAVÉS DEL MATRIMONIO

Ya llevamos varios años en los que las jóvenes, y sobre todos los jóvenes, parecen vivir una crisis existencial nueva. Además de la crisis que normalmente todos experimentamos alrededor de los veinte años, las últimas generaciones parecen lanzar un grito de horror al matrimonio o peor, a tener hijos.

¿Razones? Son múltiples, pero entre otras, se nos antoja pensar a que desde que esos jóvenes eran niños, sus propios padres les han insistido en que sólo con el éxito económico serían "alguien en la vida" y que así alcanzarían la felicidad plena. Pero quizá pocos papás han recomendado a sus hijos casarse y formar una familia. ¿Por qué? Quizá porque los mismos padres fueron infelices en el matrimonio u otros intereses nublaron el afecto familiar o no les satisfizo el amor filial. Y los hijos ¿qué aprendieron del hogar? Que afuera encontraban más diversión, alegría, placer, comprensión y amor que dentro de casa, o quizá, sentados frente a su laptop.

¿Resultados? Los hijos prefieren buscar la felicidad a su

manera, y faltos de un equilibrio psicológico y, sobre todo, de una formación espiritual, vieron en el dinero, la imagen, las apariencias, la comodidad, las relaciones sociales, la tecnología, el sexo libertino, el alcohol, las drogas, etc., la mejor manera de satisfacer su natural deseo a la felicidad.

Joven de hoy, 2024, que aún estás pensando en qué hacer de tu vida y no encuentras respuestas satisfactorias al qué, cómo, cuándo, con quién o dónde…

¿Algunos consejos?

  • Si puedes estudiar, ¡estudia!, y todo lo que puedas. Aspira a prepararte lo mejor posible en este campo, si tienes la oportunidad. Si no la tienes, trabaja duro y ve pensando en conocer y relacionarte con aquél o aquélla con la que puedas formar una familia.
  • ¡Decídete y cásate aún joven!, aunque no tengas todo lo material ni las comodidades que desearías. Normalmente, todos los esposos empiezan de menos y van a más. El trabajo constante y la buena administración, terminan por dar los bienes que necesitamos y algunos que convienen. Nunca vamos a tener a todo pues suele pasar que entre más tenemos, más queremos.
  • Mejor dedícate a conseguir, forjándolo tú, el más valioso de los bienes humanos: ¡el amor! Y aunque el Amor a Dios es primero y el más hermoso de todos los amores, el amor humano es el segundo, ¡y qué mejor que vivirlo en familia!
  • Amar al esposo (a), y luego al fruto del amor entre ambos, los hijos, es el amor más noble, limpio, sincero que el ser humano pueda vivir. ¡Ah! Pero este amor tan grande es, por esencia, muy, muy generoso. Así es todo amor que se precie de serlo. Si no crees, existe un modelo perfecto de amor, el de Cristo N. S. en la cruz; así, con los brazos abiertos, nos enseñó cómo debe amarse: con generosidad, paciencia, sacrificio, dedicación, desvelos…pero, sobre todo - valga la redundancia-, con amor. ¿Acaso no se consiguen así las grandes metas de la vida?
  • Y hablar del amor y educación cristiana de los hijos ¿no es hablar de la tarea más grande que podamos hacer en nuestro paso por la vida?

Si por vocación religiosa o una grave razón no puedes casarte, será porque Dios tiene grandes planes para ti y entonces, lucha y entrégate a aquello, y eso te hará feliz. Casarte, tener hijos y formar hombres y mujeres de bien, familias y sociedades cristianas y, sobre todo, poblar el Cielo de héroes y Santos, es, según San Pablo, encontrar la salvación de tu alma, es decir, la verdadera trascendencia, la felicidad, más allá de ti mismo.