¿PREVENTIVO, INSTRUMENTO DICTATORIAL U ORGULLO BORREGUIL?
Después de casi año y medio de pandemia oficial aquí en México, y de todas las medidas "necesarias" para evitar el contagio del Covid, nos preguntamos sobre la eficacia de algunos instrumentos como la puerta con brisa aséptica, el tapete sanitizante -ambos en desuso en la mayoría de establecimientos- y el cubrebocas, entre otros.
Por meses he escuchado opiniones a favor y en contra acerca de la veracidad de la pandemia, de las "vacunas", de las medidas anti-Covid y del uso de cubrebocas.
Sea del grupo que fueras, nos parece conveniente el uso del cubrebocas pero prudencialmente, no a ciegas ni por sometimiento irracional. Antes de continuar te comparto las siguientes inquietudes:
Si el virus del Covid existe o puede existir en todo tiempo, en todo lugar, y en cualquier persona (activos o no, vacunados o no), y el cubrebocas impide el contagio, entonces...
Deberíamos pasar las 24 horas del día, aún durmiendo, con el cubrebocas ceñido a la nariz y con lentes ceñidos a la piel; deberíamos usar el cubrebocas las 24 horas, aún estando en casa, entre la familia, entre esposo y esposa, entre padres e hijos, entre abuelos y nietos, entre novios, etc. y evitar todo gesto de amor o cariño; deberían prohibir el transporte público pues -en algunos- la distancia mínima entre pasajeros fluctúa entre 0 a 10 cms... etc., etc.
De cualquier manera, si tú usas el cubrebocas como preventivo, ¡muy bien! pero considera lo siguiente:
- ¿De verdad no afecta a los pulmones estar respirando por tantas horas el propio bióxido de carbono?
- ¿De verdad los bebés deben ver a sus padres enmascarados, sin gozar de la alegría que le trasmiten a través de su sonrisa y su rostro?
- ¿De verdad los niños -que decían, en un principio, que no eran vulnerables- deben usar cubrebocas para jugar en el patio de su casa o de la escuela?
- ¿De verdad los niños o de primaria o jóvenes no pueden levantarse al pizarrón porque contagian o descubrirse por un momento la cara porque amenazan con expulsarlos?
- ¿De verdad los jóvenes deportistas deben usar cubrebocas cuando entrenan, a pesar de sentirse mareados o ponerse "morados" debido a la respiración con más fatiga?
- ¿De verdad los graduados no pueden lanzar sus birretes al aire porque se contagian?
- ¿De verdad los empleados pierden su trabajo por no traer ceñidísimos el cubreboca hasta la nariz, más la máscara transparente, por más de ocho horas continuas?
- ¿De verdad no pueden visitarse a los familiares más íntimos sino saludarse por videollamada o reunión virtual?
- ¿De verdad te contagias de Covid si cantas en Misa o comulgas en la boca?
- ¿De verdad se acaba el Covid una vez que cruzas el tapete sanitizante de restaurantes, hoteles, salones de fiesta, antros, gimnasios o estadios; cuando comes, bebes, o duermes?
- ¿De verdad viven tranquilos los fans del cubrebocas o viven muriendo de miedo disminuyendo así sus defensas?...
¡Qué mundo es éste!...
Si estas medidas drásticas fueran por breves períodos de tiempo, podríamos entenderlo, pero ¡no se les ve fin! ¡Ni las vacunas (que no son vacunas, ni efectivas, ni saludables) pueden acabar con el Covid!...
¿Hasta cuándo viviremos con cubrebocas? ¿Hasta qué grado nos despersonalizarán?...
Cuando camino por la ciudad me siento como un autómata inalámbrico manipulado y sometido por las autoridades -a su vez manipuladas por élites dictatoriales-, o como un borreguito orgulloso del bozal que libremente acepté y que me impide la libertad de expresarme y de ser.