¿TODAS LAS RELIGIONES CONDUCEN A DIOS?
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De manera inmediata podemos responder con certeza que no todas las religiones conducen a Dios. Antes de contestar de manera más concreta y argumentada la pregunta, tenemos que definir al menos dos cuestiones: ¿Qué entendemos por religión? ¿A qué Dios nos referimos?
Veamos el concepto de religión. La Real Academia Española la define como: Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto. Esta definición es aplicable a un conjunto de creencias tomadas como verdaderas, organizado por medio de una estructura más o menos lógica, de tal forma que constituye un sistema, y está asociado con una serie de normas de carácter ético o moral para los partidarios de esta religión. En síntesis, una persona religiosa cree en algunas verdades y debe comportarse de una manera determinada, coherente con esas verdades.
Éste es un primer punto de exclusión. Hay muchas creencias que carecen de una organización lógica en sus verdades y no todas obligan a un comportamiento ético concreto. Algunas más se centran sólo en el rito o culto. Por ejemplo, el vudú o la hechicería no se asocian con un comportamiento ético; en ocasiones más bien inducen a conductas contrarias, inmorales. Algunas prácticas de grupos autóctonos o aborígenes se centran solo en el rito, y carecen de una estructura lógica de una doctrina propia. Un ejemplo lo encontramos en las creencias de los indios americanos, en la veneración de los ancestros, o del viento, la lluvia y la fecundidad. También excluimos con esta definición a las supuestas religiones que adoran al mal (contrario a lo bueno, implícito en el comportamiento moral) en cualquiera de sus manifestaciones, desde brujería, la veneración de la muerte, pasando por las que tienen dioses malignos, hasta el mismo satanismo, que es la antítesis de una religión, pues venera al mal, en la persona del principal enemigo de Cristo.
De igual manera tenemos "religiones" que no lo son, como la Iglesia Unida del Tocino, La Iglesia Maradoniana, o el culto a Jesús Valverde, el protector de los narcotraficantes.
Entonces, no cualquier creencia constituye una religión.
Luego viene el aspecto más importante. Si las religiones conducen a Dios: ¿a cuál dios nos referimos? ¿A los dioses del hinduismo: Brahma, Shiva y Vishnu? ¿A Buda o Confucio, que nunca pretendieron ser considerados dioses, y centran sus doctrinas en principios morales y espirituales (en el sentido humano)? ¿A los dioses sintoístas que se cuentan por decenas? ¿A los dioses aztecas, como Huitzilopochtli, el dios de la guerra o Quetzalcóatl el dios de la sabiduría, o a Mictlantecuhtli, el dios de la muerte y señor del inframundo, además de una multitud de dioses secundarios?
¿Todas estas religiones conducen a Dios? Desde luego que no.
¿O nos estamos refiriendo a las religiones que están en boga con el nombre de "Religiones Abrahámicas" (porque se dice tienen un inicio común en el Patriarca Abraham): al Judaísmo, al Cristianismo y al Islam? ¿En estas religiones adoramos al mismo Dios?
Históricamente aparece primero la religión judía. Y con ella aparece ya la Revelación de la antigua alianza de Dios con su pueblo. Dios prometió un Mesías, un Salvador, que se concretó en Jesucristo. Por 2,000 años fue anunciado, y con innumerables detalles fue descrito por los patriarcas y profetas. Y nació en Belén. Pero fue despreciado por su pueblo. Dice el apóstol San Juan: Vino a su propia casa, y los suyos no le recibieron (Jn. 1, 11). Por el contrario: le mataron. Los judíos no aceptan a Nuestro Señor Jesucristo como el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Y menos aceptan a la Tercera Persona: el Espíritu Santo. Es decir: no aceptan al Dios Trino y Uno.
¿Acaso no sabían de la venida del Mesías? ¡Claro que sí! Lo sabían, y además, conocían los detalles de su venida. Los sacerdotes judíos fueron los que informaron a los Reyes venidos del Oriente. Llegaron a Jerusalén y Herodes solicitó a los judíos principales, información sobre dónde habría de nacer el Mesías. Dice el apóstol San Mateo (2, 1-5)
Habiendo, pues, nacido Jesús en Belén de Judá, reinando Herodes, he aquí que unos magos vinieron de oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el nacido rey de los judíos? Porque vimos en oriente su estrella, y hemos venido con el fin de adorarle. Oyendo esto el rey Herodes, turbóse, y con él toda Jerusalén. Y convocando a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntaba en dónde había de nacer el Cristo. A lo cual ellos respondieron: En Belén de Judá: Que así está escrito en el profeta.
Pero el Niño Jesús no llenó las expectativas del pueblo de Israel y fue rechazado. El pueblo de Israel se quedó anclado en la tradición judía, revelación incompleta, además tergiversada por los propios judíos, especialmente los fariseos.
Si rechazan a Cristo, es obvio que no hablamos del mismo Dios. Los cristianos sabemos bien que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Y Él mismo lo deja en claro cuando afirma: Nadie viene al Padre sino por Mí (Jn. 14, 6). Cristo es la única puerta al cielo. Es imposible acceder al Padre si se prescinde de la revelación de Cristo[1].
Entonces, el Dios de los judíos no es el Dios de los cristianos. Si todas las religiones conducen a Dios, la religión judía apunta hacia otra parte, no al Dios verdadero.
¿Y qué pasa por el Islam? Históricamente nace esta religión en el año 631 de nuestra era, de la era cristiana. Es fundada por Mahoma, quien previamente desempeñó el oficio de camellero, de guía de caravanas por los desiertos de Oriente Medio. Este oficio le permitió conocer no solo las creencias de quienes habitaban lo que ahora es la Península Arábiga, sino que también tuvo contacto con grupos judíos y con los cristianos de esos tiempos, que ya estaban extendidos por diferentes regiones. Ya llevaban más de 600 años difundiendo el Evangelio. Con todas estas fuentes formó la doctrina del Islam, cuyo Dios es Alá, y Mahoma su profeta. Es cierto que los musulmanes reconocen tanto a Jesús como a la Virgen María, pero para ellos Jesús solo fue un profeta más, desde luego, menor que Mahoma, y María es considerada sólo como una gran mujer, pero no en su dignidad de Madre de Dios.
Pensar que los católicos y el Islam adoramos al mismo Dios es un tremendo error. El Dios (Alá) del Corán es muy distinto del Dios de las Sagradas Escrituras y de los cristianos. Y la moral católica nada tiene que ver con las normas injustas y hasta violentas de los musulmanes.
Tanto Mons. Athanasius Schneider, como el Cardenal Gerhard Müller dejan en claro las razones por las que católicos y musulmanes no adoramos al mismo Dios[2]. La diferencia central es el Dogma de la Santísima Trinidad. Con ello repetimos la misma afirmación de Cristo sostenida arriba: Nadie viene al Padre sino por Mí.
Cristo demostró su divinidad cumpliendo todas y cada una de las profecías que sobre Él se anunciaron desde la antigüedad, con los milagros que hizo y los que sus apóstoles hicieron en su nombre, pero, sobre todo, con su propia resurrección.
¿Todas las religiones nos conducen a Dios? No. Ni todas son religiones en sentido estricto, y menos aún coinciden en Dios, su objeto de adoración. Tampoco coinciden en el verdadero Dios. Por eso repetimos con San Pedro cuando Cristo preguntó a sus apóstoles si pensaban abandonarlo: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna: y nosotros hemos creído y conocido que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. (Jn. 6, 69-70)
[1] Straubinger, J. Comentario al versículo 6 del capítulo 14, del Evangelio de San Juan.
[2] Schneider, A. 08 de junio de 2020. Bishop Schneider: Catholics and Muslims share no common faith in God, no common adoration. Corrispondeza Romana. https://www.corrispondenzaromana.it/international-news/bishop-schneider-catholics-and-muslims-share-no-common-faith-in-god-no-common-adoration/