Didáctica del hogar(1)
Hoy, 23 de enero de 2025, ante la noble iniciativa de un haz de amigos de revivir la antigua y olvidada Festividad de los Desposorios de la Santísima Virgen y San José, considerándola como el Día del Matrimonio Católico, traigo a colación estos versitos que escribí hace unos años.
-I-
Cuando llegue la noche de merecer tu alba,
de amanecer ceñido a una mano convexa
y cóncava la tuya
busquen ambas los frutos de entrelazar pilares o misiones.
Cuando sea el instante de las eras trilladas
cercanas a un cortijo,protector de las lluvias,
empedradas de lajas,
y te lleven las eras a desafiar los vientos
por la mujer que amas.
La has de buscar irrepetible y única
en dos lares.
-II-
Si fuera en la ciudad, que no sean caínes
sus pobladores hoscos,
ni siquiera los prófugos de esa edad del herraje
que entrevieron los versos de Hesíodo el profeta.
Si fuera en la ciudad
lo repito en tu cara:
encuentra los penates fundadores
-la ojiva,el arbotante, el altar,el cañon o la lanza-
Es seguro que cerca de estos manes añejos
Ella te aguarda firme como roca en la cumbre.
-III-
Si buscaras acaso en el prado o la huerta,
en la dehesa, tinaja del verdor o el rocío
que acumula la aurora
y las primeras luces acompasan.
Redúcete a un terreno cabalgado por potros,
jineteado a talones de praderías bravas.
Ten por cierto que entonces
en el terruño virgen de las ruedas mecánicas
Ella te aguarda sola para salirte al paso.
-IV-
Metrópoli o campiña, lo que elijas al filo
de tu predilección pensada
y tu gusto jerárquico,
procurarás que ría en la primera cita.
Pero que cada son del regocijo sea un laurel ganado
a la Reina Alegría
y no un visaje esclavo de aplebeyadas muecas en tus brazos.
Que ría con el cosmos que se agita e inmóvil
permanece en sus ciclos anclados al Eterno
que dispuso su ritmo.
Quede en su falda un poncho que le diste al sereno,
era tuyo y ahora lo conquistó su gala.
Y fue la tarde y la mañana de la primera cita.
-V-
Leopoldo, me dirás lo que todos preguntan
sin saber la respuesta.
Mas yo tengo la mía.
Lo que interroga unánime el varón en sus trece
es si existe una clave,un secreto, una cifra
para advertir que es Ella tu costilla por siempre.
Te prometo certeza en mi triple respuesta
como la de un clavicémbalo en la Corte de Arturo.
No diré veredicto de jueces infalibles
pero si la sentencia del que ya ha envejecido.
-VI-
Han de aprobar inicialmente ambos el ejercicio
que reprobaron siempre
Calixto y Melibea en múltiples espacios y tiempos
esparcidos:el de llegar a viejos.
Para lo cual habrás de imaginarte, ya vetusto o provecto
sin negarte a la mano que acaricie una estría
o halle el surco en donde antes sólo estaba el albor.
Preguntarás después por la desdicha,
el revés, el percance, el infortunio artero
que llega birlador sin previo aviso.
Exactamente en este punto se aprueba la segunda
de las fatales pruebas.
Si han de enfrentar unidos esta fiesta invertida,
Leopoldo, te diría que es tuya y tú de ella.
Al fin será la tercia de las auditorías;
la identidad enamorable en ambos,que no admita permutas.
Si te elige entre todos por artista y poeta,
tras la noche de bodas no serás un banquero
que cuenta calderillas.
Si en tu triar exigente la vestiste en Toboso
de Dulcinea argenta,
no la verás jamás Aldonza, no Sanchica, ni has de pedirle oficios
de porquerizas torvas.
-VII-
Alcanzarás la boda como Galaad al Grial,
según cuentas las sagas;
en el rocío de tu juventud, canta el Salterio,
en la hermosura de una santidad que te fue dada
desde el seno bruñido de la aurora.
Sean tus arras la palabra fiel como el aplomo cierto,
la lealtad en el crepúsculo
y la honradez al pernoctar.
Asi el templario que hace en pleno día sus batallas intensas
y su guardia a la noche, sin suplencias amables.
Que no te sustituyan en la guardia,
ni los ojos marciales,ni los puños latentes,
ni el pecho respirando
el gallardo licor de la acechanza.
-VIII-
Fíjate que no falten en las Cartas de Arras
el Partenón y el signo que advirtió Constantino
en Puente Milvio,
izando aquel crismón del Cristo Pantocrátor.
Y fíjate asimismo que en su dote,
prenda,fianza, caución o aportaciones,
tengan sitio las aspas de Borgoña, el Rubicón del César,
las torres toledanas del Alcázar
y un eslabón de la cadena osada que en arriscado río
trabó las naves invasoras
un veinte de noviembre en Obligado.
Leopoldo, en el ajuar de la novia elegida,
tiene tanta importancia la mantilla blanca
como el negro pendón que flameara Facundo
entre Los Llanos.
-IX-
Celebra las dos misas, según la tradición incaducada,
la una esponsalicia
como ministro activo del magnum sacramentum;
la otra que supimos llamar <de velaciones>
para pedir la crianza cristiana de la prole.
El anillo y el velo son las nobles patencias
de un linaje nupcial que tuvo al Paraíso de templo pionero.
El anillo es la alianza, más que simple arandela,
su enjoyamiento tiene la procedencia adámica
no tasada jamás en negocios terrenos.
El velo es el rebozo que cubre
su belleza y también tu paciencia.
Cuando quites el velo debes hacer de cuenta
que corres el visillo de un retablo
ya hueso de tus huesos.
-X-
Cuatro cimientos tiene la crianza
sin mengua de enunciarte una lista de tríadas
que harían ilegible mi Didáctica.
Empiezo por mentarte la columnata firme del ejemplo.
Serás espejo de tus hijos en el que puedan verte y verse
sin reproches,
serás cristal y lámina que devuelva un dechado a los mirones.
O el vidrio se hará añicos
y quedará tu efigie
como un pedrusco egipcio que mutiló el Sahara.
Leopoldo, si los padres no han de ser arquetipos
engordarás mañana la faltriquera hebrea
de algún psicoanalista.
-XI-
Mas estos paradigmas no han de ser sólo tuyos
unido a tu consorte.
Los buscarás dónde ya sabes y lo cantaste un día
trazando la esperanza de la patria:
<en la marcha fogosa de los héroes abajo
y en la levitación de lo santos arriba>.
No enmiendo plana alguna si por necesidad acoto
lo que falta esta tarde;
que esos santos no sean espantajos salidos
de un cónclave de ciegos,
para ultrajar altares;
ni sean esos héroes marionetas fulleras
despojadas del bronce, del corcel y la espada.
Lo santos son los héroes de la historia celeste,
los héroes son los santos
que habitan geografías seculares.
-XII-
¿Qué sucedió y agrego: cuándo y cómo,
desplazaron insignes y preclaros varones
y mujeres salidas
del fiel Deuteronomio
o de miniados códices monásticos,
por una muchedumbre de eunucos,
del avariento Creso,de la furcia insolente,
de habitantes de Lesbos, Cartago o de Gomorra?
¿Qué alquimia de tahures construyó en la botica
de la Ciudad Destrinizada,
los esperpentos grises que adora nuestro pueblo,
los endriagos que admira?
Sirva de réplica la de Alejandro en Frigia:
corte tu tajo el nudo endemoniado
y vuelva el aire puro de la pampa o del Ande.
-XIII-
La segunda columna de las cuatro aludidas
tiene un nombre:consejo;
palabra largamente pronunciada.
Para criar al hijo preséntale advertencias,
avisos que aperciban e interpelen. Anuncios,vaticinios,
reconvenciones graves.
No confundas el don de aconsejar con proferir lisonjas
o colocar la palma aduladora de la mano
sobre el hombro del prójimo.
El consejo procede del Paráclito,
huye del obsequioso o lagotero
y posa su Paloma en quien está dispuesto a rubricar verdades.
Toda vez que tu boca se distancie
del tentador melifluo
volverás por los fueros del Espíritu.
Leopoldo, en tu consejo presta atención
al fin que se persigue.
No alabar los oídos del que escucha,
sino siempre la escucha del Autor del Oído.
-XIV-
Hay varios consejeros que han pasado a la historia
por motivos diversos, si sabios o malvados,
inspirados o ineptos.
En su carcaj no estaban esas flechas filosas, ni saetas agudas
sino sólo palabras
que daban o negaban puntería moral a los criterios.
Si quieres ser el padre que no entregue a su hijo
la leche adulterada
busca en las Escrituras la moción que aleccione.
Te aseguro que en ellas abrevaron Merlín y Fray Hernando,
Cisneros el de Henares, Martín Fierro y aún Gandalf.
Prueba las moralejas de los Sagrados Textos
y crecerá tu prole en sapiencia y en gracia.
-XV-
Te hablé ayer del ejemplo y del consejo,
falta un sostén tercero por legarte, para que el hijo
y sus hermanos tengan la ciencia en acto.
Será la coherencia este cimiento:
alhaja que no había ni en el puerto de Ofir.
Pensar de un modo recto y vivir en concordia
con la honradez pensada,
existir sin dobleces ni arqueamientos,
sin el bandolerismo de adaptarse a las modas
que perecen y pasan.
La cohesión se asemeja a esa tablilla
que partían el anfitrión y el huesped al marcharse;
cada uno, lo sabes,conservaba el fragmento
y al unirlos un día, tras el paso del tiempo
sabían que sus almas encajaban.
Leopoldo, si rompes o si olvidas la valiosa tablilla de recuerdos,
serás sólo un felón que abandona el escudo
en el campo de Marte.
Si en cambio la asonancia, la unión, la consistencia
fueran tus camaradas de batalla,
aunque la muerte misma te costara,
tendrás tu aeda y tu rapsoda que te celebre en cantos.
-XVI-
El cuarto contrafuerte que sostendrá la nutrición
espiritual de tu progenie fértil,
es lo que siempre hemos llamado amor.
Mas violada la palabra,como fuera,obliga ahora a precisiones.
Sin amor soy platillo que retiñe,aunque hablara
el idioma de los Coros;
y soy la nada misma aunque tuviera
el arte de enhebrar mistagogías;
y soy la inane contextura aunque tuviera
el poderío
de trasladar montañas.
Continúa San Pablo a los Corintios:
El amor es paciente, servicial, sin envidias ni alardes,
perdona,cree, sobrelleva y soporta,
desfila con la marcha de lo justo y gozoso
tanto como se aparta de toda expedición de la ignominia.
No lo verás en el éxodo del caos
pero estará en la expedición
de quien instaure el Orden conculcado.
Leopoldo, si el amor que te ofrecen y que a la vez prodigas
es el que en estos versos retratara el Apóstol,
tu hogar será un piedra resistiendo diluvios.
-XVII-
Quede prohibido tremolar bandera blanca
de rendición,
adentro de tu casa.
O tocar el clarín de retirada toda vez que mastines
y jaurías hambrientas busquen morder esos viveros
cimentadores del suelo y la techumbre.
Dirás con Palafox, no sé rendirme, ni capitularé jamás
hasta el cadalso.
Siempre queda la opción de Sagunto o Numancia,
de Paysandú la heroica
o de la módica terraza trinitaria
arrojando al hereje aceite hirviendo.
Un hogar ha de ser parapeto y refugio,
ciudadela en el páramo o el yermo,
algunas veces dique y otras veces
almenas avizoras en medio de la niebla.
Prométete que nunca has de arriar la oriflama
de la iglesia doméstica,
y puedo ser garante de que entonces, esa casa tan tuya,
simple y limpia,
quedará en los anales de la Historia.
-XVIII-
Como a todos sucede, sucederá la edad de la vejez
que espera en el umbral y lo traspasa
con su traje de harapos
y jirones de luna en el sombrero.
Recordarás por qué te dije que era preciso inicialmente
aprobar el examen de la longevidad y del ocaso.
Leopoldo, si un varón en vetustez,
cuando el frío de agosto
no sabe descubrir a quien nombrara su Lucía Febrero,
habrá tantos perjurios como meses
y será el calendario su sayón y verdugo.
Sigue llamando <niña> a tu esposa anticuada
y sus mellas y arrugas semejarán diademas
de una común genealogía.
-XIX-
Sabia es la Madre Iglesia que el día de las nupcias
te desea con son de vaticinio,
que puedas ver a los hijos de tus hijos.
Desatentos oímos como novio este anhelo
por siglos repetido y acuñado;
hasta que llega nuevamente al zaguan de tus muros
la ventura inefable del dolor parturiento.
El que llamó a los nietos bastón de mi vejez,
corona de mi ancianidad, báculo móvil,
tenía la sapiencia de aquella abuela Loide
que le dio a Timoteo la herencia de la Fe.
Canta Leopoldo a los hijos de tus hijos,
con címbalos y armónicas, la zanfona o la lira.
Ellos han de pagar tus cantos al mirarte
y sabrás que en sus ojos
se miran los del Ángel.
-XX-
He aquí hasta el momento cuanto de sustantivo
debía yo decirte,
movido por la prisa que suelen saber tener
los testamentos.
Me dirás,y lo creo, que estos tiempos aciagos
tienen fragancia a ultimidades, olores postrimeros,
aroma a Parusía, al vaho de Magog y de Gog reunidos.
No has de saber ni el día ni la hora:
es cláusula ya escrita.
Pero El Que Vuelve ha dicho que en el tiempo preciso
en el cual estas cosas sucedieran,
lejos de todo espanto o sobresalto, irguiéramos el pecho,
alzáramos las testas,
tuviéramos al fin el santo y seña
de que la Redención adviene,
arriba y comparece.
Por eso llamaré a mi Didáctica, Didáctica del ánimo.
Si la cumples, Leopoldo, se salvará el hogar
de los naufragios ruines que lo acechan.
Y por cada morada que se salve
se ensanchará la patria de la tierra
y la patria del cielo.