EL LENGUAJE Y LOS SÍMBOLOS
Para algunos, una forma de conectar y para otros, una forma de manipular.
¡Que maravillosa es la mente del hombre! … que todo aquello que evoca alguna sensación, sentimiento o idea lo asocia con un concepto completo o con una determinada situación. Alrededor de nuestro entorno, siempre hay símbolos y señales que, al ser percibidos por nuestros sentidos, inmediatamente captamos el mensaje que nos quieren transmitir.
Sin embargo, vivimos en un mundo adicto a las pantallas, en medio de un clima materialista que seduce a ver, sin pensar, porque la mayoría de la población ha remplazado esto por el buen hábito de la lectura. Las graves consecuencias ante esta realidad, dice el Dr. Breide en su libro Imagen y Palabra, han sido:
· La pérdida de la conciencia simbólica, y con ello, la capacidad de conectarse con lo real y con el misterio. De ahí el desarraigo, la pérdida de la interioridad, la superficialidad.
· La imagen subvertida por la prensa, los carteles, los cuadros y, sobre todo, por la adicción televisiva, que suple la lectura y anula los conceptos, reemplazándolos por imágenes. Los conceptos no son visibles, son inteligibles. La atrofia de la capacidad de conceptualizar, y por lo tanto de razonar, trae aparejada la pérdida de atención, de la memoria, de la imaginación y de la concentración. Gran parte de la población, como consecuencia de la pérdida de lectura y de la muerte de la tradición oral, está perdiendo el habla y gruñe en un estado pasivo de hipnosis larvada.
· La concepción mental-técnica, que racionaliza en lugar de razonar y visualiza en lugar de ver, lo cual hace que el hombre se aísle del cosmos, creándose un microclima sistematizado y mecánico donde él ordena los datos mientras, en derredor, su familia, la moral y el mundo son un caos.
Este mal ha permeado en lo profundo del ser humano, y lo vemos latente en la corrupción del pensamiento colectivo que ha logrado el enemigo, porque ha utilizado esto a su favor posicionando falsas ideologías que no sólo confunden, sino que ciegan, al grado que para muchos la realidad es contraria a la verdad. Ya no se profundiza, todo es epidérmico.
Lo vemos en el lenguaje deformado y en los símbolos que utilizan ciertas comunidades que "creen tener la razón" para unir a sus miembros y se identifiquen, por ejemplo: a la mujer se le incita a la lucha feminista levantando el puño. La comunidad LGBTQ+ adoptó el arcoíris como símbolo y por cada "preferencia sexual" o más bien dicho, por cada depravación sexual que se le ocurre, hay una bandera que los representa.
Y en vez de que los líderes políticos, sociales, empresariales etc. que, en teoría deberían tener una visión y conocimiento mayor para guiar esa conciencia social, son los primeros en promover estos movimientos sociales mediante sus símbolos, porque representan "valores actuales" como son la "igualdad y la tolerancia". Ejemplo de esto lo vemos en España que acaba de aprobar que las banderas del colectivo LGBTQ+ sean izadas en los recintos públicos donde tendría que ir la bandera nacional.
Exponer la bandera del orgullo gay en entidades gubernamentales, sólo deja ver la dimensión del problema. Porque en vez de difundir los valores, virtudes y principios de siempre, que son trascendentes, permanentes y que, a través de ellos, el hombre ha transmitido parte de su esencia, identidad, cultura, religión, etc., cada vez es arrasado más fácilmente por la ola de la contracultura y su identidad, por lo que su esencia es amenazada.
Por eso … ¡Hay que tener cuidado!, porque para muchos, un símbolo es una forma de conectar y para otros una forma de manipular.