GOLPE DE REALIDAD
Ni el sol abrasador ni las largas filas de espera de quienes fueron temprano a la cita con las urnas, pudieron con el ánimo de mucha gente que salió decidida a no dejar que el partido en el poder siguiera acabando con las libertades. A pesar de ello -y para sorpresa de propios y extraños- el resultado no fue el esperado… ¿qué sucedió? ¿la gente cambió de opinión? ¿cómo sabía Morena que ya tenían "en la bolsa" la presidencia y casi todas las gubernaturas en juego? ¿así de fácil se rindió la "oposición" ante la descarada elección de Estado? ¿había un acuerdo de facto?
Quizá la gran mayoría de los mexicanos pensamos que despertaríamos el 3 de junio con un México distinto; un México donde se vería reflejada la unión y rechazo contra quienes buscan saciar su sed de poder a costas de saquear un país entero; un México que apostaría por salir adelante con el esfuerzo y talento de su gente trabajadora; un México donde todos nuestros problemas fueran resueltos con el simple hecho de salir a votar. Ojalá fuera tan sencillo… pero no.
El golpe de realidad que vivimos este 2 de junio es una seria llamada de atención para cada uno de nosotros. Después de reflexionar, podemos decir que, quizá, el resultado es consecuencia de lo que dejamos de hacer y no solo durante un día donde salimos a votar, sino en los meses y años previos a la elección. Para los que somos católicos practicantes, podemos darnos cuenta de que, tal vez, dejamos de rezar con fervor a Dios, o quizá, nuestros ruegos fueron egoístas y pedíamos que no nos fuera mal en el ámbito material, pero olvidamos pedir por nuestro bienestar espiritual, por lo más conveniente para nuestras almas… Tal vez, la fuerte llamada de atención es porque pusimos nuestras esperanzas en los hombres -o mujeres-, cuando nuestra Madre, la Virgen de Guadalupe, nos ha dicho: Nada te turbe, nada te espante, ¿no estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿no estás bajo mi sombra y resguardo?
Hay una certeza: un país no se reconstruye de un día para otro. Tuvimos casi 6 años para levantarnos de los primeros "ganchos al hígado" que Morena asestó desde 2018. Callamos y no protestamos con fuerza ante las embestidas del presidente desde Palacio Nacional. Desde la comodidad de nuestras casas, trabajos y escuelas, esperamos hasta que fuera demasiado tarde… fue hasta el 2 de junio cuando nos unimos y salimos a mostrar nuestro rechazo al proyecto comunista de Claudia Sheinbaum, que, ante una pusilánime oposición y/o complacencia de la clase política y los ciudadanos, sentó sus bases desde la llegada al poder de Morena.
Se nos olvidó reforzar en casa la educación de nuestros hijos; se nos olvidó predicar con el ejemplo los valores cristianos en nuestros círculos cercanos; no quisimos participar activamente en nuestras colonias; se nos olvidó que podemos construir un México mejor con pequeñas grandes acciones desde la trinchera donde nos encontramos; se nos olvidó que, quienes hacen grande a una nación son sus ciudadanos comprometidos con la patria y que participan activamente.
Para muchos parecerá que todo está perdido, que no queda más que hacer y que ya no hay vida ni México después de Sheinbaum… pero ¿es así?
En lugar de preocuparnos, debemos ocuparnos. Tenemos la gran oportunidad de comenzar, desde ya, a trabajar en la unión de los mexicanos y en la protección de los valores y la religión católica. Es una gran tarea, pero nada está perdido todavía, y aunque sabemos que la lucha será cada vez más difícil y el enemigo que tenemos enfrente se ve cada vez más poderoso, no olvidemos que David derrotó a Goliat. Debemos tener fe y esperanza en Dios. Ninguna presidenta, ni ningún partido político es más grande que México.
Sí hay vida después de Sheinbaum. ¡Ánimo! ¡a trabajar desde el lugar que nos toca!