LA ENTONCES GUADALAJARA

02.01.2023

En la "antigua Guadalajara", 100 años atrás sólo había una calle pavimentada y la única con alumbrado público, con aquellos faroles famosos, los dragones que aún se ven en la Plaza de Armas. La Casa de Gobierno se encontraba en la calle Madero (la única alumbrada) en lo que es hoy, la casa o salón "Magnolia".

Para ese entonces, había en las encrucijadas de las calles en Guadalajara, un foco que alumbraba y un teléfono por barrio. Las compañías que se disputaban la telefonía eran Mexicana y Ericsson.

Las calles aledañas a Madero, todas estaban empedradas y poseían, junto a las banquetas, un canalito por donde corría el agua de uso.

La mayoría de las casas no contaban con drenaje municipal y los cuartos de aseo se conectaban a una fosa séptica; databan del siglo XVIII en adelante, tenían dos patios, un zaguán y en la entrada lateral había un pasillo largo que llevaba al segundo patio, que, en algunas casas eran caballerizas y contaban con gran pila de agua como bebedero para los animales.

Estaba de moda en ese entonces, ir a jugar al "Parque de la Revolución", que hicieron cuando tumbaron la prisión de Escobedo. Me decía un vecino que, en los años 20, el paredón de fusilamiento estaba fuera del Penal y se ubicaba frente al restaurant Copenhague y que niños de ese entonces iban a ver los fusilamientos. Los crímenes que merecían esta pena en el Estado de Jalisco, sólo se ejecutaban ahí.

Para ese entonces, el Templo "Expiatorio", sólo eran las fachadas y las naves estaban en construcción, era un lugar para los juegos de los que salíamos de la escuela en ese tiempo, y, resulta que haciendo reparaciones a los cimientos del mismo, dieron con la primera piedra del templo y todos los niños de entonces que jugábamos ahí, fuimos testigos de este hecho.

La piedra era hueca y contenía un pergamino, una botella de vino, fechada en ese tiempo, unas monedas y otras chucherías que no recuerdo. El Jardín Cuauhtémoc, frente al Expiatorio era un gran jardín de juegos. Un día, recuerdo, (será como en el año 1950) tuve que ir solo por unas medicinas a la Av. Vallarta, ya de noche, porque mi padre sufría de fiebres palúdicas y necesitaba medicinas, así que fui a la farmacia más cerca; se llamaba "Farmacia del Niño", y se encontraba más o menos en lo que es hoy Banco BBVA, casi esquina con Av. Federalismo, que en aquel tiempo se llamaba Escobedo y ni pinta tenía de calzada; sólo una calle "chueca" donde estaba el Cine Edén, sobre el que había un dicho en aquel entonces ... "vamos al Edén, den lo que den".

Una costumbre del barrio era los domingos ir al cine donde proyectaban tres películas, una tras o otra ...¡Era toda una fiesta! Los asistentes se preparaban con viandas, lonches y tostadas para ver tan larga función. En un tiempo se permitía fumar en las salas y era un buen ahumadero. En el foro del cine había, coronando la parte superior, la cabeza como de un dios griego y creo que en ese tiempo la pantalla se ponía sobre el foro para obras de teatro.

¡Aaah! ... ¿Y qué decir de las posadas en los barrios? En ese tiempo las parroquias se encargaban de la parte oficial de las posadas y se llevaban a cabo (en nuestro caso, vivíamos en la frontera entre el barrio de San Antonio y el de la Trinidad), en el auditorio o salón de la parroquia y todos íbamos vestidos de pastorcitos a engrosar a los actores principales entre los escogidos para tal fin ...

La Virgen, San José, los Reyes Magos, los pastores y el diablo que escenificaban el Nacimiento la representación del Belén y las posadas, terminaban con la colación los bolos y las piñatas ... Esto mismo que se representaba del día 16 hasta el 24 de diciembre en el templo, se replicaba en los barrios a diario.

Para empezar, se cerraban las calles y se adornaban con faroles, velas y escenas del nacimiento ... las posadas se cantaban, se pedían de casa en casa y la fiesta de las piñatas era interminable ... todas las casas contribuían con algo: 2 o 3 piñatas, ya con fruta y dulces ... la vecina con ponche, otros con tamales y atole, luego otros con buñuelos, canela o refrescos y era desde caer la tarde hasta las 10 u 11 de la noche. Después de esa hora era la Posada para grandes, donde la canela y el café se alteraba con tequila y la música bravía sustituía a los villancicos.

Luego venía la Navidad ... ese día ya era una tradición la cena en familia, además de acostar temprano a los niños, que nos levantábamos entre 5 o 6 de la mañana para abrir los regalos. Aquí en Guadalajara, siempre en Navidad, el Niño Dios es el que trae los regalos y era costumbre dejar en el Nacimiento las cartitas para pedir nuestros regalos.

La Feria del Juguete del Parque Morelos, estaba instalada desde el día de muertos y seguía en Navidad ... Los juguetes más comunes eran las muñecas de cartón con sus nombres, trastecitos y carriolas de palo, y para los niños los cascos de cartón, los caballitos de cartón y rueditas, un buen par de pistolas de petardos, conetas y cornetines de hoja de lata, sin faltar los carritos y camionetas de lámina. En fin, era una algarabía en el barrio, ya que todo mundo salía a jugar a la calle en el día de Navidad.

En cambio, sabíamos que en la capital, los que hacían los juguetes eran los Santos Reyes, pero aquí en Guadalajara, los Reyes traían dinero y chocolates que ponían en el zapato.

Esos días, siempre han sido fríos y el barrio se engalanaba con juegos artificiales y velitas; a veces no se utilizaba el "tocadiscos" y se contrataban a los músicos del barrio, que en ese entonces era el grupo de don Leobardo; le decían "don Leoba y sus cachorros".

Una anécdota graciosa era cuando iban a contratarlo y le decían:

-Oiga don Leobardo ... ¿Cuánto por una tocada?

-Y él decía: miren, con "sarsofón", dos violines, una guitarra y un contrabajo: 20 pesos la hora.

-¡No, don Leobas ... es mucho dinero!...

-Bueno, con "sarsofón", un violín y guitarra, los bajo a 15 la hora.

-Oiga don Leoba y sin "sarsofón" ¿cuánto? ...

-Sin "sarsofón" no hay orquesta "cabr...." ¡porque ése lo toco yo!

¡Así eran las fiestas de esos tiempos!