LA VELOCIDAD DEL TIEMPO
¿Han oído la expresión: ¡qué rápido se fue el tiempo!? … Bueno, esa percepción de la volatilidad del tiempo se debe a la velocidad con que se vive.
Ahora se trabaja, se traslada, se toma café y se va al club, al gimnasio, al bar … se clava uno en el celular, revisando las redes sociales y remata en su casa con la televisión, viendo la programación de Netflix … Con este ritmo le falta a uno el tiempo, días de 48 horas.
Esta velocidad de consumir el tiempo altera su dimensión y, tarde o temprano, te encontrarás que ya viviste 50 o 60 años ¡y se te fueron los años! Te faltó vivir, apreciar y leer bien cada página de tus días. En cambio, el que le baja de velocidad al tiempo y disfruta a diario a la familia, de un buen libro y las comidas, le sobra el tiempo para vivir bien. Cada día es distinto y te da una nueva enseñanza, no es rutinario. Hay que caminar despacio, apreciando el paisaje, ya sea urbano campestre y enseñar a tus hijos a leer y entender la vida, a disfrutar de la misma y prepararlos para las inevitables congojas de la vida.
No te afanes en tener muchas cosas o desearlas. Sólo lo necesario, frugal en la comida, generoso con el necesitado, afable con el compañero de trabajo y tolerante con todo el mundo.
La vida no se reduce a comprar y tener cosas … mejor comparte y tendrás más amigos que cosas. Ríe, contempla la naturaleza y disfruta del trabajo … ¡Haz que los días se alarguen y vivirás mucho más!
Puede que tengas muchos años, pero no has vivido. El tiempo se fue como agua entre los dedos, la vida se nos pasó de noche, y de pronto, ya casi ha llegado la meta. ¿Qué pasó? …
Te echaste el mundo a cuestas, sufriste innecesariamente, y fuiste adicto al trabajo, a no tener paz ni reparo; la familia nunca estuvo en primer lugar, siempre fuiste el más responsable en el trabajo y el más ausente en la familia. Tus hijos crecieron y se fueron y, casi ni cuenta te diste, estuviste distraído toda la vida.
Con la poca vida que te queda, haz un balance; ya casi no tienes futuro y el pasado se coló entre los dedos de las manos. Recuerda al Dios de tu niñez, y recurre a Él. Total, Él dijo … Los últimos serán los primeros … Aprovecha el poco tiempo que te queda, y haz que el tiempo valga la pena, regresa a tu Dios y disfruta del paisaje … ¡Bájale a la velocidad!
De adulto hay que caminar despacio.