NIÑOS CRIMINALES O NIÑOS VÍCTIMAS

26.01.2024

En los últimos años nos hemos espantado por el aumento disparado de violencia intrafamiliar y de crímenes, todos horribles, pero unos más innombrables que otros, como la mutilación de cuerpos, la pederastia y abusos sexuales en general, y los suicidios insospechados de niños y jóvenes.

No podemos creer que haya tanta maldad en esos criminales, independientemente de la edad que tengan, cuando desmiembran cuerpos, cuando abusaron sexualmente de sus propios hijos, parientes o alumnos, cuando los estudiantes violaron a alguno de sus compañeros, cuando tu amiguito o vecino se suicidó.

Lejos de un afán amarillista, sólo repito lo que veo u oigo a diario acerca de estos crímenes que suceden a cualquier hora, incluso a plena luz del día, y en tu propia casa o colegio.

Estos criminales, jóvenes o viejos, algún día empezaron a serlo, por lo menos a pensar en sus perversos actos. Y la pregunta que salta es ¿cuándo y cómo iniciaron?, ¿qué los llevó a actuar así?, ¿qué hecho les detonó esas perversiones?, ¿qué o quién les sembró esas ideas?, ¿en qué ambiente crecieron?, ¿con qué clase de amigos convivieron?, ¿cómo era su ambiente familiar?... ¿qué clases de padres tuvieron?

Si nos acercamos a las respuestas, seguramente daremos con el origen de estas perversas conductas y, por desgracia, en la mayoría de los casos -salvo donde el agresor padece alguna enfermedad mental-, en los criminales, el origen de la maldad en su cabeza y en su corazón, se encuentra en sus vivencias infantiles. Si el niño o la niña vivió en familias disfuncionales, en donde el común denominador eran los gritos, los golpes, los insultos, las discusiones entre los papás, violencia física o psicológica, si sus padres se divorciaron y se volvieron a casar, si vivió entre alcoholismo, drogas, promiscuidad sexual, etc., etc., etc., pueden imaginarse el tamaño y profundidad de las heridas causados en el pobre, ingenuo, frágil y vulnerable niño o niña, y los grandes vacíos causados por el desamor, la ignorancia de mejores alternativas de vida y de nobles causas e ideales, el resentimiento por el trato recibido, etc.

Con el tiempo, estas heridas pueden cicatrizar en apariencia pero, por desgracia, en la adolescencia o juventud, por el propio desarrollo de la persona o por un evento adverso, puede suceder que el enojo, la insatisfacción, la rabia, la frustración, el resentimiento o el odio, detonen el deseo de venganza en contra de su agresor o en contra de cualquier inocente que se les atraviese.

Y entonces surge el hombre o la mujer que quiere dominar con violencia, el que de niño fue abusado y quiere abusar de otro, el que quiere ser mujeriego como su padre o ligera como su madre, el que niño vivió acompañado sólo de su celular o computadora, se aficionó a la porno y al ciber acoso, y se convirtió en un pederasta, el flojo que buscó dinero rápido y fácil, o el que inseguro y deprimido decidió huir de este mundo.

¡Ésa es la realidad! Escarben un poco en la mente de un criminal, y la mayoría de las veces, su perversión nació en casa, en el colegio o en el barrio, cuando era apenas un niño o un puberto.

¿Y qué decir de muchos de los que han jugado el papel de víctimas?... ¿Cuándo inició su infierno?... Igualmente, en casa, en el colegio o en el barrio…

Papás, la educación cristiana de sus hijos, la virtud y la disciplina, son la mejor arma, y a veces la única, con la que tus hijos pueden protegerse de ser víctimas de los depredadores o de evitar que sean criminales de adultos.

No seas tan ingenuo en creer que debes empezar a cuidar a tus hijos desde la Secundaria. Ahora, con tanta sexualización en los programas de la educación pública a través de la promoción de la ideología de género, ¡debes cuidar a tus hijos desde el kínder!

Cuida a tus hijos del depredador virtual que está detrás del celular, Tablet o computadora de tu hijo. Tu hijo podría ser víctima de un acosador o extorsionador virtual y hasta orillarlo al suicidio, como ha sucedido en muchos casos, o ser víctima de un enrolador de trato de blancas, o de gatos o sicarios para el crimen organizado.

Papá y mamá: inculquen a sus hijos los suficientes virtudes y valores cristianos para que no se alcoholice en las fiestas escolares, para que no consuman droga, para que no envíen fotos por celular, de partes o del cuerpo entero, para que no quieran conseguir dinero por vías fáciles, en fin, para que eviten que una adversidad o depresión los lleve al suicidio.

Padres de familia, en sus manos está evitar que haya más criminales o víctimas.