LA CARIDAD
LA CARIDAD
El Himno a la Caridad es quizá la página más bella escrita por un hombre. Este hombre fue San Pablo, un converso que descubrió a Dios en el camino de Damasco y se convirtió en el pilar doctrinal más importante de la interpretación del Evangelio.
Considera a la Caridad como la Virtud Teologal más importante de las tres y la única que prevalecerá en la eternidad. El creer sin pruebas y la gozosa espera no serán necesarias, pero la Caridad aumentará en la Eternidad.
San Pablo, en la Epístola a los Corintios, sublima el amor. La Caridad es la virtud protagonistas de este himno inmortal que sintetiza la relación entre los hombres cristianos; es toda una guía de conducción de moral amorosa, que es el ideal cristiano de la convivencia humana, inspirada por Jesucristo.
San Pablo inicia este himno así:
"Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tuvieran caridad, sería el bronce que resuena o címbalo que retiñe" ... y prosigue: "Si tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia y si tuviera tanta fe como para trasladar montañas, pero no tuviera caridad, no sería nada".
San Pablo privilegia la caridad por encima de todo: el conocimiento, los bienes, la entrega... ¡la Caridad por encima de todo! ...
Es por eso que en nuestra época estamos tan ofuscados, rencorosos, inseguros, insatisfechos... porque no fomentamos la Caridad... El "yo" (ego) ha dominado nuestro ser y nos convirtió en la antítesis del amor.
Sin caridad somos impacientes, duros de corazón, envidiosos, soberbios, jactanciosos, ambiciosos, buscamos el beneficio personal, irritables, nos ofendemos fácilmente, nos alegramos con la injusticia, nos complacemos con la mentira, no aguantamos nada, no creemos, no esperamos, nada soportamos.
San Pablo cierra esta hermosa página sobre el amor así: "Ahora la Fe, la Esperanza, la Caridad: las tres virtudes. Pero de ellas la más grande es la Caridad".
Esta forma de ver al hermano bajo el prisma del Amor Divino descubre en el prójimo al mismo Dios...
¡Todos somos hermanos e hijos del mismo Padre y hermanos de Jesucristo!
SAPIENTIA LDI
EDITORIAL