LA COMPASIÓN

Cualidades versus Virtudes 
LA COMPASIÓN


La Compasión es un valor humano que conjuga la empatía y la comprensión hacia el sufrimiento de los demás. La palabra Compasión deriva del griego <sympatheia> y del latín <cumpassio>, que enfatiza la sensación de tristeza. La Compasión no significa que la persona siente exactamente lo mismo que aquél que sufre, sino que lo acompaña en ese sufrimiento. La Compasión es el sentimiento más humano que pueda existir ya que significa que una persona puede acercarse a otra que sufre o que está angustiado sin tener que pasar por la misma situación. La Compasión es lo que permite al ser humano dejar, al menos por un instante, de pensar en sí mismo para pensar en el otro.

Por lo general, la mayoría de las religiones recalcan la importancia que un sentimiento como la Compasión tiene para la humanidad, ya que se considera que, a través de ella, el ser humano puede ser más bondadoso, más solidario, más noble, y es un reflejo de la Compasión divina que es bondadoso con el hombre para que pueda imitar a viva imagen en su vida cotidiana, ese sentimiento llamado Misericordia Divina.

San Pablo afirmaba que la Compasión es "reír con los que ríen y llorar con los que lloran", enlazando el valor de la compañía con la idea de compartir. Esta lástima o pena ante la desgracia ajena que nos produce el dolor del otro se traduce en la solidaridad, como una actitud generosa incomprensible sin el motivo de la Compasión.

Hay también la Compasión "Indignada" -es decir, por falta de dignidad-, que pone trabas para tener Compasión de quien sufre o permite sobre sí mismo, el ridículo, la miseria, la injusticia o la vileza; a este tipo de "compasión" coloquialmente la llamamos como "pena ajena".

La Compasión deber ser el sentimiento esencial de todos los que nos decimos seguidores de Jesucristo. Nuestro Señor Jesucristo tuvo Compasión por las personas de su entorno, sin distinción alguna. "Y finalmente, sed todos de un mismo corazón, compasivos, amándonos fraternalmente, misericordiosos, amigables" (I Pedro, 3:8).

En Isaías 54:8 y Santiago 5:11, se afirma claramente que el Dios del Universo es Compasivo y Misericordioso. Por lo tanto, todos tenemos un llamado para ser compasivos con los demás; ésta es la marca central de los creyentes y una prueba inequívoca de que realmente amamos a Dios y a nuestro prójimo.

¿Veo a los demás con los Ojos de Jesús? ¿Amo a mi prójimo como a mí mismo?...

"Cuando nos ponemos en los zapatos de los demás, podemos soportar sus cargas, y así realmente cumplir con la Ley de Cristo" (Gálatas 6:2).

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL