LA FUERZA DE LA ORACIÓN

LA FUERZA DE LA ORACIÓN

Muchos investigadores y curiosos han abordado la oración como una actividad digna de estudio, ya que, para un espíritu inquieto, la oración es un campo no reconocido pero que los conmueve por sus efectos y resultados.

La definición de oración, según Santa Teresa de Jesús, es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quién sabemos que nos ama, es la definición más sencilla que encontré; es original e intimista. Es un diálogo con el Absoluto, que trata al orante con familiaridad, respeto y autoridad.

La principal recomendación para aventurarse en esta vía de comunicación es la fe. Ésta santifica cuerpo y alma, y no hay obstáculo para que Dios responda.

¡Es más efectiva cuando se hace en comunidad o colectivamente! Veamos …

Hay un milagro que fue fruto de la oración y fue, el milagro de Empel. Cuando el pequeño ejército imperial español, aislado por las condiciones climáticas, se iba a enfrentar a los holandeses en la ribera del río Empel, un soldado, cavando una trinchera, se encontró una imagen pintada de la Virgen María. Al darse cuenta, el ejército se puso en oración para pedirle su intervención en la batalla.

Al amanecer del día siguiente, el río que los separaba del enemigo se congeló. Sin perder el tiempo, se organizaron y en sigilo cruzaron y sorprendieron al enemigo dormido; en esta ocasión ganaron la batalla.

Otro ejemplo. El triunfo más sonado en una batalla sucedió en Lepanto, el 7 de octubre de 1571, en el Golfo de Patras, cerca de la ciudad griega de Lepanto.

Se enfrentaron en esta batalla la armada del Imperio Otomano contra la coalición católica organizada por el Papa Pío V, llamada la Liga Santa, formada por el Imperio Español, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya. Durante décadas los turcos otomanos habían aterrorizado a Europa al mando de Solimán, el Magnífico y en Lepanto, Alí Bajá.

Esta batalla fue la última batalla en barcos de remo (galeras) de la historia.

La armada de la Santa Liga, la componían 309 galeras, 1815 cañones y 86,000 hombres que se enfrentaron a la armada otomana con 297 galeras, 750 cañones y 88,000 hombres. La diferencia en poderío militar era poca, pero lo que decidió la batalla fue la oración, ya que la cristiandad oró por el triunfo de la Liga Santa; además, la Virgen del Tepeyac estuvo en la batalla representada en el estandarte del capitán Doria. Esto fue como sigue: el segundo Arzobispo de México, Alonso Montúfar, mandó pintar en una tela una copia de la Imagen del Ayate de Juan Diego, y le envió el Rey de España Felipe II, quien, a su vez, la obsequió a su medio hermano don Juan de Austria, que luchó en la Liga Santa contra los turcos.

Después del triunfo cristiano, en condiciones adversas, en la comuna Santo Stefano d´Aveto, en la provincia de Génova, Italia, se erigió un santuario dedicado a la Madonna de Guadalupe, el único a la Patrona de México.

Pío V, como muestra de alabanza y gratitud, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria, la Virgen del Rosario y la de Nuestra Señora de Guadalupe, con la cual, quedan hermanadas las tres advocaciones marianas … fruto de la oración de los fieles y triunfo de la Liga Santa en Lepanto.

El momento histórico en el que vivimos, requiere volver a convocar a la Liga Santa para enfrentar los desafíos de gobiernos de izquierda, la migración musulmana a Europa, y salvar otra vez la cristiandad del peligro islámico de la voracidad de las corporaciones globalizadas y ateas.

¡Ave María Purísima! … otórganos el don de la oración, para alejar los peligros que nos acechan.

Ellos conocen tal poder y evitarán de alguna forma que ores por erradicar el error, la ambición y la falta de fe.