LA ISLA MALDITA
LA ISLA MALDITA
Ante las circunstancias actuales, el nombre de este modesto escrito, evoca el nombre de una novela de aventuras.
Es este breve manuscrito una aventura que tiene tintes globales, enseñanzas que son ejemplo de abnegación y entrega voluntaria a nuestros hermanos: los hombres y las mujeres del mundo entero.
Me refiero a los hombres, mujeres y consagrados que se han entregado a sus hermanos, atendiendo con amor a los que sufren la pandemia del COVID-19.
Dice San Juan (XV, 13), "No hay amor más grande que el dar la vida por los amigos". En este pasaje del Evangelio de San Juan, Jesús se refiere a Sus Apóstoles como a sus amigos, por haberles contado todo lo que Su Padre le dijo.
En esta cuaresma se recuerda que Jesús dio la vida por Sus amigos, y aún más, nos dio la oportunidad de replicar Su amor por Sus amigos.
¿Quiénes son nuestros amigos? Sin duda todo aquel que refleja en el dolor el rostro de Nuestro Salvador, ¡nuestros amigos!
Lo más estremecedor de este momento de sufrimiento de la humanidad es los humanos ejemplos de miles de profesionales de la salud, que se baten a diario contra la muerte, al asistir médicamente a miles de enfermos que se han contagiado del COVID-19.
Con el riesgo de su vida ejemplar, están al pie del cañón en las miles de camas de hospital donde sufren muchos el dolor en su cuerpo y que muchos obedecen al llamado de su Señor, y muchos se han contagiado y siguen el camino hacia la Casa del Padre.
Recuerda también el sacrificio del Padre Jozef de Veuster, conocido como el Padre Damián de Molokai que ofrendó su vida por sus "amigos", sus hermanos leprosos de la Isla Maldita Molakai a la cual llegó en 1873.
Él, el Padre Damián se ha replicado en la actualidad y la misma vocación ha florecido maravillosamente en esta cuaresma de 2020.
"Me alegra pensar que cada día que me encuentre más enfermo en la tierra, estaré más cerca de Ti para el Cielo", Padre Damián.
SAPIENTIA LDI
EDITORIAL