LA TEMPLARIA (TEMPLANZA)

LA TEMPLARIA (TEMPLANZA)

La Templanza es definida como la cualidad humana que consiste en actuar o hablar de forma cautelosa y justa, con sobriedad, con moderación o continencia.

La Templanza es una de las Virtudes Cardinales que te permite tener dominio y control sobre tus actos, logrando mantener un equilibrio a través de disfrute de las cosas buenas, sin caer en los excesos.

Este dominio sobre la voluntad de las personas logra moderar los instintos, sublimar las pasiones y controlar los impulsos y deseos.

Para Platón, el alma posee varias partes que le corresponden a un tipo de virtud, y en este caso, la parte concupiscible, se relaciona con la Templanza. Aunada con el coraje y la sabiduría, la Templanza conlleva al ser humano a la Justicia.

Como ven, el ejercicio de una virtud inevitablemente te lleva a ejercer las demás virtudes.

Aristóteles, en su libro de La Gran Moral, indica que la Templanza es el punto medio entre los dos extremos contrarios. Así mismo, aclara que la Templanza se expresa en nosotros si actuamos con moderación y prudencia frente a los placeres.

Para vivir la Templanza, significa:

  • Vivir diariamente por ser mejor.
  • No ceder ante los gustos, deseos o caprichos que pueden dañar nuestra amistad con Dios.
  • Estar contento de saber que puedo dominarme y ser mejor.
  • Ser dueño de mí mismo y de mi propio actuar.
  • Ser congruente con lo que pienso, digo y hago.

Este equilibrio en el uso de los bienes creados asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos. La Templanza implica, como dijimos antes, a otras Virtudes como son: la Castidad, la Sobriedad, la Humildad, el Pudor, la Modestia y la Mansedumbre.

Una ayuda indiscutible a la Templanza es estar bajo el dominio suave y firme del Espíritu Santo que nos da esa fuerza interior para controlar nuestras pasiones y deseos o pensamientos. Nuestra naturaleza caída y nuestro "yo", por lo general ofrecen poca resistencia ante la tentación, pero con la ayuda del Espíritu Santo, somos legión para enfrentar los deseos y conservar la salud, honrando así a nuestro "templo interior" donde se encuentra el Espíritu Santo cuando estamos en Gracia de Dios.

La palabra y los pensamientos enferman, pero si rechazas las sugerencias de tu naturaleza caída, tu sistema central nervioso influye en el buen funcionamiento de tu organismo.

Por estas razones la Virtud de la Templanza nos da el dominio sobre todos nuestros sentimientos y actos, desde la manera en que comemos, en el uso del tiempo, en nuestras actitudes, en la forma en que nos vestimos, nos reímos, etc., y en los deseos sensuales o sexuales.

San Juan nos recomienda guardar los Mandamientos porque alrededor de ellos permanecemos en el Amor Divino.

La Virtud de la Templanza nos hace más libres y felices. Por el contrario, la falta de esta virtud genera vicios entre los cuales se distinguen los Pecados Capitales.

En cambio, la Templanza te ayuda con humildad a reconocer tus insuficiencias y cualidades sin llamar la atención.

La Sobriedad que desarrolla el hábito de la Templanza, te ayuda a distinguir entre lo que es razonable y lo que es inmoderado. Además, promueve la Castidad para reconocer el valor de la intimidad y a respetarse a sí mismo y a los demás. Fomenta además la Mansedumbre que te ayuda a vencer la ira y a soportar las molestias con serenidad.

Si inicias el camino para adquirir el hábito de la Templanza, te enfrentarás al enemigo de esta virtud. En primer lugar, la sociedad materialista, el egoísmo, el permisivismo, para pasar sobre los derechos de los demás, el deseo de la comodidad, etc.

Desgraciadamente, rechazar a Dios como fin último de nuestra vida produce el desorden de nuestros deseos que nos impide distinguir entre los superficial y lo necesario.

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL