LOS REYES MAGOS
LOS REYES MAGOS
En la antigüedad definían a los astrónomos que vigilaban los cielos como magos, o sea, observadores de los cielos, que registraban los fenómenos celestes, y así, vaticinar las estaciones, los movimientos planetarios y definir los ciclos agrícolas y los grandes acontecimientos del calendario. De esta forma descubrieron la estrella de Belén, que anunciaba que algo grande estaba por venir.
De alguna forma sobrenatural se dieron cuenta que un rey sería revelado y al salir de sus países de origen, se encontraron en la ruta hacia Belén de Judea. La historia y la tradición los llamó los Reyes Magos, por su búsqueda de rey que estaba por nacer. Éstos eran eruditos sabios del Oriente. En los Evangelios canónicos, sólo se mencionados por San Mateo, que habla de ellos sin precisar sus nombres, ni que fueran reyes, ni que fueran tres.
Fue en el siglo III d.C., cuando se estableció que debieron ser Reyes por los regalos ofrecidos de incienso, mirra y oro, y que fueron tres, uno por cada regalo.
Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar aparecieron por primera vez en el conocido mosaico de San Apolinar el Nuevo (Rávena), que data del siglo VI, en el que representaban a los Tres Reyes Magos ataviados al modo persa. Aún tenían que pasar varios siglos, hasta finales del siglo XV para que el rey Baltazar aparezca con la tez negra, y los tres Reyes Magos, además de representar las edades, representan las tres razas conocidas hasta la Edad Media.
La palabra mago viene del persa ma-gu-u-sha, que significa sacerdote, refiriéndose a una casta de sacerdotes que estudiaban las estrellas en su deseo de buscar a Dios.
La sinceridad de su búsqueda quedó premiada conocer al Mesías nacido en Belén, al cual adoraron devotamente y le ofrecieron sus regalos. Una antigua tradición reveló que, con el valor de estos regalos, la Sagrada Familia financió su huida a Egipto, donde se establecieron por varios años.
La santidad de estos Magos es evidente ya que fueron conducidos por la Providencia hasta la fuente de toda la santidad: el Verbo Encarnado.
La historia es movida por el Espíritu Santo para que se usen los acontecimientos en beneficio de la tradición, basada en estos hechos.
A Dios le plugió que así fueran registrados los hechos referentes a los tres Santos Reyes, que son conocidos después de la Epifanía.
El ofrecimiento de los tres Reyes Magos a Jesús recién nacido fue: oro, incienso y mirra. El primero, representa a su naturaleza real, como presente ofrecido sólo a los Reyes. El segundo, el incienso que representa su naturalidad divina empleando en el culto. Y por último, la mirra, que es un compuesto embalsamador para los muertos, representando así, el sufrimiento y la muerte futura de Nuestro Señor Jesucristo.
De esta forma, el mundo conocido de entonces estuvo representada por las tres razas conocidas y sus tres continentes: Asia, África y Europa.
Una leyenda medieval cuenta que después de la Resurrección de Jesucristo, el Apóstol Tomás, los halló en el Reino de Saba, donde fueron bautizados y consagrados Obispos.
Después, en el año 70, fueron martirizados y depositados en el mismo sarcófago. Hasta que Santa Elena, madre de Constantino, fue a Saba y encontró estos tres cuerpos coronados, por lo que, los traslado a Constantinopla.
Posteriormente, Federico I de Hohenstufen, conocido como Barbarroja, en el siglo XII, los trasladó a Colonia Alemana, donde ahí reposan.
Así que, esta próxima Epifanía, recuerden a estos Santos varones, que fueron insignes representantes de la humanidad de entonces, y que, de alguna forma, nos representaron en ese momento glorioso de la Historia.