NOSODE COVID-19
NOSODE COVID-19
Ante la emergencia global que nos presenta la pandemia, los sectores científicos de los países se han dado a la tarea de elaborar una vacuna al vapor contra el COVID-19, no respetando los protocolos exigidos por las Agencias internacionales que aprueban su uso masivo.
En el caso del SARS-COV2, se han brincado o no han completado la Fase 3 experimental, que es comprobar su eficacia y los problemas derivados de su aplicación, y la OMS ha "forzado" a los gobiernos para aplicarla en sus poblaciones, dejando muchas preguntas sin responder.
Esto ha creado una desconfianza global que se ha manifestado en su rechazo. La "vacunación" no ha tenido el éxito que se esperaba; primero, porque no es cosa de voluntad sino de tiempo experimental; segundo, no hay los suficientes recursos disponibles porque se ha enfrentado a reacciones negativas en su aplicación, y tercero, los países desarrollados han acaparado la mayor cantidad, muy por encima de su población.
Ante esta perspectiva, hay que echar mano del conocimiento científico tradicional que ha dado resultado en el pasado. La única alternativa seria es la terapia homeopática, ya que está comprobada su eficiencia desde que la descubrió Hahnemann, en el siglo XIX, y se hizo popular en todo el mundo.
El que conoce cómo funciona la Homeopatía, reconoce sus bondades y sabe que no hay enfermedad que se le resista, y reconoce también que no hay elementos químicos o biológicos en sus diluciones porque lo que cura es la "fuerza vital" que traducimos como "fuerza inmunológica", que es estimulada por las drogas homeopatizadas. Estas terapias fueron desplazadas de las naciones por la Alopatía, que no es otra cosa que la "Medicina de Guerra", adoptada por las naciones por el conflicto de la Primera Guerra Mundial.
Sus principios son muy diferentes: la Alopatía nació como una medicina para exterminar bichos, a base de la química farmacéutica, misma que les ha dado gigantescos dividendos. Pero la Homeopatía es una terapia individualizada que utiliza la fuerza dinámica de los elementos para estimular el sistema inmunológico de los enfermos, y se traduce en una curación permanente y no en un paliativo de la enfermedad.
El COVID-19 es una infección con muchas aristas, pero prevenible y curable.
Si ataca a un cuerpo enfermizo y degradado, con una fuerza vital debilitada, es obvio que cualquier germen, virus o toxina, hará estragos y lo condenarán a la muerte. Por esta razón es necesario reforzar la fuerza vital de la población para enfrentar este flagelo, con una dilución homeopática, llamada NOSODE, que, definitivamente no se puede llamar "vacuna", pero sí un preventivo y curativo contra el COVID-19.
Lo mismo podemos decir de las "vacunas" que se están aplicando en las naciones, ya que no son vacunas; son terapias transgénicas que, en base de un ARNm modifican el DNA de los vacunados. En este renglón hay muchas preguntas por hacer y es una irresponsabilidad no darles a conocer a los Gobiernos y sus poblaciones.
El NOSODE HOMEOPÁTICO referido, parte de la base de secreciones de los enfermos de COVID, y se homeopatizan, que quiere decir, que se diluyen y luego se dinamizan hasta la potencia requerida.
Todos hemos tenido alguna experiencia en la vida con la Homeopatía y sabemos que sí funciona, aunque el sector médico confiado en la Medicina química, haga todo lo posible por denostarlo. Esta formación "germinicida" de la Medicina Alopática no pude ver otros horizontes por estar "comprometidos" con la industria farmacéutica y no ven más allá de los recursos que les brindan las grandes corporaciones.
Ante esta emergencia, es necesario que el Gobierno Federal, en el caso de México, tome cartas en el asunto y estimule esta terapia, que puede llegar a todo el pueblo mexicano, sin grandes inversiones y con una alta probabilidad de curación para sortear los retos mortales que se nos presenta. Existen grandes instituciones en el país como el Instituto Politécnico Nacional, y muchos grupos de investigadores de los NOSODES dentro del territorio nacional, que pueden, en un tiempo muy corto, producir a través de sus laboratorios, la cantidad necesaria de este preventivo curativo contra el COVID-19.
Sólo se requiere quitarse las telarañas que han tejido las farmacéuticas, y voluntad política para frenar, a través de esta terapia, la tragedia nacional que vivimos por la virulencia de esta enfermedad.
Pedimos a la COFEPRES, el INSABI y al CONACYT, avalar esta terapia segura para enfrentar este gigantesco reto de salud pública.
SAPIENTIA LDI
EDITORIAL