¡POLVO SOMOS 24/7! (II)
¡POLVO SOMOS 24/7! (II)
Si todos los días recordáramos esta realidad que la llevamos a flor de piel, quizá viviríamos de manera distinta a como hemos vivido por lustros o décadas.
Quizá, hasta hoy hemos vivido (porque así nos enseñaron o porque las circunstancias nos han invitado a ello) luchando denodadamente por una profesión económicamente exitosa, por adquirir los mayores bienes terrenales, por alcanzar una figura envidiable, por ascender ambiciosamente al poder o a la fama, es decir, buscando sólo bienes temporales y construyendo sueños y palacios sobre la tierra.
Pero en vano construimos castillos si son de arena, como el cuerpo corruptible que terminará en cenizas (si por desgracia es incinerado como los paganos lo hacen) o en polvo (si es sepultado en tierra como la Iglesia Católica siempre recomendó y ordenó).
Nada nos llevaremos con la muerte, y cuando nos visite, todos los hombres volveremos desnudos a la tierra, tal como nacimos; y entonces, ricos y pobres, cultos e ignorantes, agraciados o feos, saludables o enfermos, vigorosos o débiles, nos confundiremos entre todos los mortales inertes.
Si los logros y éxitos terrenales (carro, casa, figura, edificios, cargos públicos, hermosura, nivel social) apenas son unos castillos de arena, pues invirtamos más tiempo y esfuerzo en construir castillos espirituales, interiores (como el que recorrió y recomendó Santa Teresa de Ávila), porque son proyectos que no se dañan con el tiempo, ni se destruyen con los vientos, ni se desmoronan como la arena. Los castillos espirituales pueden alcanzar alturas tan elevadas que nos hacen acariciar a Dios, para finalmente verlo Cara a cara en éxtasis amoroso por la eternidad.
Si somos polvo al fin de cuentas, ¡y 24/7!, entonces vivamos más sobria y cristianamente. ¿Cuándo?... Empecemos esta Cuaresma y continuemos los otros 325 días de este 2024… ¡y siempre!