¿POR QUÉ DESENTERRAR LA IDOLATRÍA?

¿POR QUÉ DESENTERRAR LA IDOLATRÍA?

Desde hace seis años se han descubierto en regiones de Perú, los restos de 180 niños, pocos adultos y más de 200 esqueletos de llamas, probablemente sacrificados hace 600 años por las creencias idolátricas del pueblo Chimú. Se cree que murieron a causa de ritos vinculados con ritos de sacrificios pues los cuerpos infantiles "presentan cortes en el esternón y algunos en las costillas". Estos hallazgos nos recuerdan lo que sucedió en México.

En el caso de nuestro país, los pueblos prehispánicos que vivieron en el centro de México, particularmente los aztecas, hicieron del sacrificio crudelísimo y multitudinario, una costumbre frecuente, por lo menos, en los doscientos años en que el Imperio Mexica impuso su dominio a base de terror y de muerte. Y no sólo practicaron los horrendos sacrificios en hombres, mujeres y niños sino que, además, practicaban el canibalismo.

Los recientes descubrimientos en Perú de niños sacrificados, quizá impresione a alguno pero, en realidad, ¿qué puede esperarse de las idolatrías?... La idolatría consiste en adorar a las deidades (astros, animales, minerales, recursos naturales, etc.) a través de imágenes tangibles como objetos o figuras. Entonces ¿qué puede esperarse de la adoración a dioses falsos? ¿Puede haber idolatrías buenas?...

Ninguna idolatría es buena porque no adoran al verdadero Dios; adoran a todo, menos al verdadero Dios. ¿Puede Dios aceptar, ver bien, promover o bendecir la idolatría, como últimamente pretenden con la deidad sudamericana, la "Pachamama"? Por supuesto que no, porque si Dios lo hiciera (cosa imposible), estaría contradiciendo su propia esencia y su propia excelencia y perfecciones como su Veracidad, su Bondad, su Santidad, etc., etc., y estos absurdos son imposibles. Si Dios se contradijera, sería imperfecto, hipótesis del todo inadmisible por lógica y por la propia Revelación.

Si Dios ha permitido la idolatría es para que entendamos que, sin la Luz de su Palabra y de su Gracia, el hombre, por el pecado original, se hunde fácilmente en la obscuridad, auspiciada por el demonio, y no pueden ni hombres ni mujeres, salir solos de esas tinieblas sino, solamente con el Cristianismo; y sólo de manera santa, con el Catolicismo auténtico, que conserva con fidelidad la Verdad Revelada.

Los católicos debemos rezar por la conversión de los paganos e idólatras, y procurar evangelizarlos; es más deberíamos buscar su santificación a través de los siete Sacramentos que Nuestro Señor Jesucristo nos heredó. Pero ¿qué está sucediendo en México?

Por desgracia, la Masonería anticristiana, desde que nació México como país independiente, ha promovido la idolatría y el paganismo. Y en las últimas décadas, han insistido en desenterrar los antiguos ídolos, con el pretexto de rescatar nuestros orígenes históricos.

El problema está en que con dichos ídolos, y aprovechándose de la ignorancia e ingenuidad de sinceros mexicanos, buscan reivindicar la idolatría prehispánica, exacerbando el antihispanismo siempre sembrado por ellos, y el paganismo galopante que profesan los que han renegado de la religión más cierta, hermosa, caritativa y esperanzadora como lo es el Catolicismo que nos trajo España a través de hombres cultos, héroes, mártires y santos, en medio de otros que no.

Si los que están al frente del Gobierno de México están emergiendo a los ídolos prehispánicos, y con ellos a la idolatría, superchería, chamanes, satanistas, abortistas… están, a la vez, ¡soltando a los demonios!

Recemos: San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha, sed nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio…

Pidamos a la Virgen de Guadalupe que siga ahuyentando con plácida lumbre, las tinieblas de la idolatría.