¡QUE ABUNDEN LOS "SAN ESTEBAN"!
¡QUE ABUNDEN LOS "SAN ESTEBAN"!
Apenas un día después del Nacimiento de nuestro amado Redentor, la Iglesia tiene a bien celebrar el 26 de diciembre, a San Esteban. ¿Será casualidad?...
La gran figura de San Esteban hace meritorio el que su Fiesta esté tan cercana a la del Salvador pues él constituye, como otros, no ya una figura -previa- de N. S. Jesucristo sino reflejo de su santidad y primer retrato de su martirio.
¿Qué virtudes adornaron al primero de los mártires cristianos?
San Esteban fue un joven bien educado, de inteligencia clara pero, sobre todo, de espíritu tan magnánimo, que, en el corto tiempo que Jesús predicó la Buena Nueva, se enamoró de tan caritativo evangelio al grado de dar por el Maestro y su doctrina, la vida misma.
Por esas virtudes intelectuales y, sobre todo, por la virtud de la Fe infundida por el Espíritu Santo, es que los Apóstoles reunidos, proponen a Esteban como el primero de los siete candidatos a diáconos pues la tarea de la evangelización, ordenada por el divino Maestro, ya empezaba a superarlos y requerían de asistentes que los apoyaran en el socorro de los necesitados. Y Esteban fue el primero en ser propuesto por ser "varón lleno de fe y del Espíritu Santo (Hech. VI, 5), que ya es mucho decir.
Tan pronto como los Apóstoles le impusieron las manos (Sacramento del Orden), "Esteban, lleno de gracia y poder, obraba grandes milagros en el pueblo". La persecución contra los cristianos, que ya prevalecía en Jerusalén tan pronto como los judíos mataron a Cristo, no se hizo esperar en contra de Esteban. Los de la sinagoga, celosos de su sabiduría y virtudes, lo llevaron al tribunal político-religioso "…presentando testigos falsos que decían que no dejaba de proferir palabras contra el lugar santo y contra la ley". El joven Esteban, como defensa, empieza a narrar, en perfecta síntesis, el Antiguo Testamento, desde Abraham, resaltando la figura de Moisés y terminando con la persecución y muerte de los Profetas por parte de los fariseos, que servían más a sus propios intereses que a las leyes divinas. Y entonces, al final de tan sapiencial discurso, San Esteban, con la misma firmeza con la que Jesús los increpaba, les dijo: "Hombres de dura cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros siempre habéis resistido al Espíritu Santo". El furor de los de la sinagoga los llevó a "crujir los dientes contra él", mientras que Esteban, lleno del Espíritu Santo y mirando hacia el cielo, exclamó: "He aquí que veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está de pie a la diestra de Dios". (Hech. VII, 56). Los orgullosos judíos no soportaron más las palabras de aquél cuyo rostro era como "de un ángel", lo sacaron de la ciudad, lo apedrearon y sus vestidos fueron entregados al todavía perseguidor de los cristianos, Saulo. Esteban, agonizante, como discípulo perfecto del Mártir del Gólgota, pronunció sus últimas palabras: "Señor, Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: "Señor, no les imputes este pecado".
¡Qué Fe tan alta la de San Esteban! ¡Qué caridad tan generosa para dar su vida por el divino Maestro que apenas pocos años antes lo había visto y escuchado!
Hoy, en que los cristianos nos movemos entre una turba blasfema, que se escandaliza de Cristo y lo odia al igual que a su Iglesia, ¡cuánto bien haría que abundasen los "San Esteban"!, varón de gran sabiduría celestial y de una fortaleza sobrenatural…
¿No te gustaría pedirle a Dios la gracia de imitar a San Esteban?