SE ESTÁN MURIENDO LOS ABUELOS

SE ESTÁN MURIENDO LOS ABUELOS

Al mes de abril de 2021, llevamos más de un año en que el confinamiento intermitente asola a los mexicanos; abren, atenúan y cierran la economía y con ello el confinamiento, sobre todo a los mayores, los que llevan siete u ocho décadas sobre la espalda, a los que han dejado el pellejo en el trabajo diario y al cuidado de las generaciones de reemplazo. A los que gracias a ellos, este país no se nos cae a pedazos -por más que hay quienes se obstinan en ello-, a los tabiques unidos por el sudor de sus jornadas, a la constancia febril para garantizar a sus hijos un mejor y más digno futuro. A una generación que su mayor placer era que ganaran las Chivas del Guadalajara y que festejaban con un fresco jarro de tejuino. Una generación curtida por la gimnasia constante de la responsabilidad. La generación que no conoció "marcas" para enmarcar su status, una generación sin lujos ni fracasos; su divisa era el trabajo diario y el bienestar de su familia, donde la mujer era madre las 24 horas y con ello, educadora, cocinera, enfermera, lavandera y amorosa consorte del hombre de la casa, de esos hombres y mujeres que ahora se nos están muriendo, más por la pena y la congoja, que por el virus invasor de su morada.

El abuelo muere por el abandono, por la falta de caricias y las risas de sus nietos. El abuelo muere por decreto, por una malsana vacuna que no es vacuna, sino una solución en las manos de una élite insaciable.

Las estaciones, el trabajo, los meses y los años no hicieron mella en el robusto pecho de sus años... ¡Fue la depresión y el abandono el que melló el filo de su voluntad y de su fuerza!... El abandono pudo más que las jornadas de trabajo. El rudo organismo de los abuelos, fue vencido por la soledad, la inacción y la ausencia de los hijos y los nietos.

El confinamiento fue feroz... "Hay que cuidar a los viejos, protégelos, no los visites, mándales un Whatsapp -por cierto, no todos tienen celular- para que se alegren y eleven su mirada al Infinito y fortalezcan su abandono".

Fueron los abuelos los que dieron cimiente a las nuevas generaciones, que construyeron el presente con el esfuerzo en el pasado; nos van dejando y van despoblando las ciudades de canas y experiencias. Ellos, la generación de hierro, la que soportó muchas guerras, penurias y rechazos... ¡Nos están dejando!... O mejor dicho... ¡Se los están llevando! Y lo peor, quizá con nuestra complicidad porque el desgraciado temor ha pesado más que nuestro amor incondicional...

Y viene la generación de reemplazo, acuñada en la abundancia, en el capricho sin el Dios del abuelo, ni el Rosario de la abuela.

Esta generación, la del reemplazo, no peinará canas en el futuro, ni verán a sus nietos entre sus brazos. Porque una generación frágil, inconsciente, sin constancia, sin valores ni convicciones, que lo alienten en la lucha contra la guerra digital... que exige la mayor cantidad de almas para su beneficio sectorial... esta generación, la de cristal, no necesita que la golpeen para romperse, sólo un grito sonoro de los amos bastará para destruir la disidencia de los fuertes... la que se está yendo, la de las canas y arrugas en su frente... ¡la generación de hierro!

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL